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Rosario Central venció con justicia al Lobo y llega entonado al clásico frente a Newell’s

El Canalla se recuperó de la derrota ante Independiente y se ilusiona de cara a lo que viene, tras un merecido 2-1 a Gimnasia en el imbatible Gigante.

Siempre es bueno ganar y si la forma acompaña mucho mejor, pero hay ocasiones en las que los tres puntos están muy por encima de cualquier análisis y Central lo vivió de esta manera, en ese triunfo festejado como si se tratara de una final, porque tenía razones varias para hacerlo. Le urgía levantarse del traspié en cancha de Independiente, quería festejar en su vuelta al Gigante de Arroyito, pero sobre todo pretendía llenarse de ínfulas para lo que se vendrá, que es ni más ni menos que el clásico.

Es que de eso se trata el partido previo a un clásico, en ver cómo llega un equipo y otro, y ante Gimnasia, Central demostró que lo hará envalentonado, sabiendo que la patriada se la jugará de visitante, donde más le cuesta, pero con las pilas súper recargadas.

“El domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”, estalló el Gigante ni bien Facundo Tello marcó el final luego de esos interminables cinco minutos de adición, en los que lo único que se intentó fue ponerle candado a ese 2 a 1 sobre Gimnasia, trabajado pero más que justificado desde el juego y el orden.

Central tendrá una semana para trabajar el partido que se viene, pero en el reencuentro en el predio de Arroyo Seco todo será calma, con alguna cuota de nerviosismo propia del caso, pero con la mente relajada por estos tres puntos que le dan un buen envión.

Es que en Rosario el clásico se juega no sólo el día del partido, sino que comienza mucho antes, ya desde el encuentro anterior, por eso Central sacó un aprobado enorme como el Gigante, más allá de haber mermado en el juego tras un muy buen primer tiempo. Pero claro, hablar de eso en medio de una victoria es hilar demasiado fino. Al fin y al cabo lo que había que hacer el canalla lo hizo.

Y no fue por cosas del destino, sino producto de una actuación que tuvo demasiado estudio por parte de Russo en la previa, después de la floja imagen en Avellaneda.

Si había una forma que a Central le podía caer como anillo al dedo en este partido era un gol tempranero, el que llegó con ese cabezazo goleador de Quintana tras el tiro libre de Jonatan Gómez. A los 5’ el canalla ponía la cosa sobre rieles, ganaba en tranquilidad, obtenía calma para que el esquema que Russo había puesto en cancha se desenvolviera sin demasiadas urgencias. Hasta ahí un negocio redondo, porque el equipo jugaba sin prisa, manejando los tiempos y conteniendo de buena forma a un Gimnasia que no daba la talla.

Ni siquiera el equipo se desenfocó por ese parate de varios minutos tras el gol por la caída de más de una decena de bombas de estruendo de parte de los inadaptados de siempre. Y llegó la apilada de Ocampo y la gran definición de Dupuy para que Arroyito se transformara en un verdadero carnaval, que en parte de opacó porque Martínez decidió, de manera innecesaria, ponerle en el punto penal la pelota a Gimnasia. Así, lo que pintaba para fiesta total tuvo un correlato en el que los nervios estuvieron presentes, como no podía ser de otra manera.

Pero lo realmente trascendente fue la forma en la que Central se adecuó a ese resultado más exiguo y actuó de una manera correcta, con muchísimo convencimiento y sin dale lugar a las dudas, con algunos rendimientos individuales que estuvieron en sintonía con lo que el entrenador esperaba de ellos y lo que los hinchas también esperaban. A la sabiduría, la tranquilidad y el oficio de Jonatan Gómez se le sumó el atrevimiento de Ocampo, el oportunismo de Quintana, el olfato goleador de Dupuy y así algunas otras cositas más.

El canalla se jugaba demasiadas cosas en este partido: levantarse de Independiente, lograr que sus hinchas celebraran en la vuelta al Gigante, continuar con esa racha de que este equipo no pierde dos partidos seguidos, mantener el invicto de local (ya son 31 los partidos, a 2 del récord), pero fundamentalmente llenarse de optimismo de cara a un partido que se las trae.

Ahora hay tiempo para preparar el clásico que está a la vuelta de la esquina, pero será con la tranquilidad de saber que el paso previo que el equipo debía dar lo dio. Un buen aperitivo.

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