A pesar de una reacción hormonal con Del Blanco como abanderado, cuando ya la visita había sacado del campo a sus figuras (Banega, el goleador «Colo» Ramírez y Aguirre) Unión fue superado por Newell’s en el lugar del campo donde cotiza la jerarquía de los players y se definen los partidos; o sea, las dos áreas. Con el 3-0 sin despeinarse, Larriera pensó más en la seguidilla que se le viene con la visita a Messi en Miami en el combo, a tal punto que a la media hora del complemento había cambiado medio equipo titular. La entrega de Unión no se discute, la vergüenza deportiva tampoco; pero eso no alcanza ni alcanzará para ganar este tipo de partidos.

La sensación que había dejado el equipo en los primeros tres partidos (ganó bien en Avellaneda, perdió mal con Estudiantes y dividió justicia en el Gasómetro), más allá de los resultados, pasaba por el impacto de los refuerzos en el mercado de verano 2024. La primera idea, en cuanto a fortalezas/debilidades, pasaba por dos conceptos claros:

– 1) Unión tiene más donde ya estaba bien

– 2) Unión seguía mal donde estaba mal en el 2023

¿En qué rubro Unión estaba bien y mejoró con Torrén, Gamba y los dos Pittón?: en solidez defensiva (ni se notó la baja de Calderón al llegar Torrén) y en personalidad, donde el retorno de los dos hermanos más Gamba reforzaban las banderas de correr, presionar y jamás resignar esa famosa palabrita que le encanta al «Kily» González como entrenador y que es «INTENSIDAD».

¿En qué rubro estaba mal Unión en la temporada pasada y a priori no pudo corregir en este mercado de pases?. En la falta de gol y la pobreza de ese último pase gol/asistencia/habilitación. Para colmo, la salida de Kevin Zenón a Boca lo dejaba al desnudo en las dos cosas. Porque el correntino había aportado cuatro goles propios, un par de asistencia y una pegada que lastimaba casi siempre.

Vamos al juego en sí. A Unión sólo le llovieron problemas en ese primer tiempo en el 15 de Abril, sin equivalencias en las áreas: el equipo de Marcelo Larriera demostró porqué era el cuarto conjunto con mayor efectividad en relación a las situaciones generadas (según el sitio de estadísticas Data Factory) y el Tate ratificó que ni siquiera la mete desde abajo del arco, tal como se lo perdió el «Toro» Morales después de la mejor jugada colectiva del equipo del «Kily» en la primera mitad.

De entrada, si bien ya había avisado con un remate de Brian Aguirre, Newell’s construyó un verdadero golazo, candidato en la fecha. Pase filtrado como un puñal de Ever Banega, pirueta más taco en el aire de Ángelo Martino y picadita del «Colo» Ramírez, al que le cerró todo con el número 4 porque luego gritaría otro: cuatro fechas, cuatro goles y cuatro palos verdes que se empiezan a pagar solitos desde el Parque Independencia al Gran Parque Central de Montevideo.

Lo pudo empardar Unión, a los cinco del 0-1, cuando Mauro apareció de «8», la tiró colgada al segundo palo, entró Paz por la puerta de atrás para bajar envenenada al medio y la media vuelta del «Toro» Morales, casi de abajo del arco, increíblemente no terminó en gol, por la sequía del chico de Boca y la muy buena reacción de Macagno.

Unión empujaba mucho más que lo que atacaba y lo complicaba con centros desde los extremos al equipo rosarino. Mucho vértigo carrilero, intrascendencia total de Enzo Roldán y falta de peso en la «18», esta vez por la malaria de Morales. Si alguno podía reclamar algo con el 0-1, más allá del golazo, se terminó de completar la queja cuando cerca del final Unión se noqueó solo. Flojo despejo aéreo de Paz hacia atrás, control de Ramírez y el «Colorado» que lo hizo poner colorado a Campisi: como todo goleador en racha le pegó desde lejos, con una balón que viajaba a las manos del arquero tatengue pero terminó en la red para poner un 2-0 que enmudeció la multitud rojiblanca en las tribunas.

El resultado, en cualquier contexto, lo obligaba al «Kily» a patear el tablero con cambios, por lo que salió con un «5» (Mosqueira) y dos delanteros como Balboa y Dómina, intentando hacer un equipo más directo, frontal y vertical. A pesar que «Rocky» entró para descontar en Unión, a la mano de nocaut la metió Newell’s, producto de una corrida libre de Ángelo Martino que prefirió ir por el pase-gol antes que «vender» el penal: se levantó, siguió, centro-atrás y el «Colo» Ramírez fusilando a Campisi.

Cuando se cumplió una hora de juego, Larriera empezó a rotar, bajando el pie del acelerador: por éso mismo decidió sacar a la figurita de la tarde-noche y dueño de la pelota con su hat-trick en Santa Fe: el «Colo» Ramírez. Al toque, mandó a sentar a Ever Banega, el estratega cerebral para hacer jugar a los rapiditos (menos mal que venía lento y sin pretemporada desde Arabia).

El buen inicio con el batacazo en Avellaneda, se complicó con las dos derrotas en casa (primero Estudiantes, después Newell’s) y el empate en el Gasómetro. Pero lo más preocupante es que lo que estaba mal sigue mal (la falta de goles en momentos importantes y no goles para la estadística) y lo que estaba bien, que era la solidez defensiva, se desfiguró por completo ante la «Lepra» rosarina.

La sensación se transformó en realidad: hay una involución en juego y resultados para el fútbol profesional de Unión. El argumento del despliegue, la entrega, el corazón y la intensidad quedan aislados si el equipo juega sin arcos. Contra Newell’s volvió a errar lo que generó y dio la impresión de hacerse los goles del rival de turno, perdiendo ese atributo de la solidez defensiva.

Para el sueño de ser protagonista, que era lo que había deslizado el entrenador en la pretemporada («podemos pelear el campeonato»), se empiezan a distanciar los de arriba. Y para el sueño realista, que es cuidar la plaza en Primera División, falta un montón. Pero quedó visto en esta ciudad que al que se duerme…lo velan. El arranque del Tate, por ahora, tiene más dudas que certezas. Unión y el «Kily», en modo sparring de Newell’s, se hundieron en su propio socavón en el medio de López y Planes.

Darío Pignata para Radio Gol y El Litoral

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