En el 3er. aniversario de la trágica partida del delantero uruguayo, su hermano Gonzalo abrió su corazón: sensaciones y recuerdos.

Se llamaba Santiago Damián García, pero todos lo conocían como “Morro”. Era puro potrero. ¿Delantero? Difícil encasillarlo. De esos a los que les tiran una pelota y la convierten en magia. Jugaba, hacia jugar y la metía. Cuando quería, podía sacar diferencias en cualquier contexto. Las frases son en pasado, porque en febrero de 2020, en medio de una depresión potenciada por el encierro, la pandemia y una negativa dirigencial, el Morro puso punto final a su vida. A tres años de aquel día, su hermano Gonzalo lo recordó.

 

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Santiago era un pibe de barrio, familiero, de esos que necesitan estar rodeados de los suyos: “Era muy tranquilo, alegre y jodón con la gente que lo conocía, ya sea familiares o amigos. Él era mucho de compartir desde un juego de mesa, un truco, mates, asados. Lo que fuera, él siempre estaba”. Por eso, le costó en Brasil, cuando recaló en Paranaense, y también en Turquía, en donde pese a romperla en los pocos partidos que jugó en el Kasimpasa, pegó la vuelta en menos de un año a su tierra de origen.

Tras un breve paso por River Plate de Uruguay, aterrizó en Godoy Cruz de Mendoza, donde encontró un nuevo lugar en el mundo. En el Tomba, el Morro se transformó en ídolo. Y no fue para menos: 51 goles en 122 partidos así lo demuestran. Mientras que, al mismo tiempo, se catapultó como un ícono del fútbol argentino. “No hay día que la gente no se acuerde de él, en mi caso me mandan fotos, banderas, murales, tatuajes, remeras, de todo. La verdad, se me rompe el pecho cada vez que veo algo de eso”.

La aparición de la impiadosa pandemia le jugó una mala pasada. Empezó a extrañar en demasía a su familia y fue apartado por las autoridades de Godoy Cruz. Tampoco le permitieron volver a Uruguay, pese a que tenía todo arreglado con Nacional, Aislado, García se deprimió y hace tres años dijo basta y tomó la trágica decisión de quitarse la vida.

El “Morro”, un tipo común

“Santiago era un pibe muy tranquilo, alegre y jodón con la gente que lo conocía, ya sea familiares o amigos. Él era mucho de compartir desde un juego de mesa, un truco, mates, asados. Lo que fuera, él siempre estaba. Obviamente, cuando estaba en el exterior no era lo mismo pero había mucho mensaje, videollamada. En sus vacaciones, siempre andaba con visitas en su casa o se juntaba con sus amigos. Siempre fue muy presente”.

Un recuerdo imborrable

“Siempre fuimos muy unidos y compartimos muchas cosas lindas y malas también. Yo vivo en una cooperativa de viviendas por ayuda mutua -un edificio de dos torres de seis pisos que construimos nosotros mediante un préstamo- y la primera losa del primer edificio la pusimos con él. Vino a ayudarnos y era uno más. Verlo al lado mío con un casco y una pala cargando arena es un recuerdo tremendo para mi porque me ayudó a hacer mi casa”.

Destrato y trabas para irse de Mendoza

“Él tenía varias ofertas del fútbol argentino y de otros países pero ya tenía decidido volver a Nacional. Eran muchos años fuera del país y él siempre dijo que quería volver bien al club y no al final de su carrera para retirarse. Como venía todo se daba en el momento justo”.

“Venía soportando mucho destrato tanto deportivo como psicológico. Lo habían separado del plantel y le habían dicho muchas cosas que no eran verdad. Él era muy fuerte pero le afectaba más la pandemia fuera del país por su hija, su familia y sus amigos que no podíamos cruzar para ir a visitarlo”.

Entre recuerdo y recuerdo, a Gonzalo se lo nota emocionado. El amor por su hermano sigue latente y más puro que nunca. Considera que el desenlace pudo haber sido otro si el contexto ayudaba. Por eso, en medio de las anécdotas y las sensaciones, emana un dejo de bronca porque está convencido de que Santiago podría seguir a su lado.

“Para mí, el club es la gente y yo estoy agradecido eternamente por cómo lo trataron y por el cariño que le demostraron siempre. La dirigencia nunca dio la cara ni antes ni durante ni después. El club no se merece la directiva que tiene y de Mansur -por entonces presidente de Godoy Cruz- no puedo decir mucho. Ojalá que tenga el valor para explicar lo que hizo, lo que hace y lo que seguirá haciendo, pero todo llega”.

“Racing, Toluca, Nacional, Arabia Saudita. Mansur le impidió muchos pases y hay pruebas. Siempre era por lo mismo y uno de los males del fútbol es que querían quedarse con plata del club o del jugador”, sentenció Gonzalo, evidenciando mucha bronca hacia el histórico directivo de la institución de la provincia de Mendoza.

“Es un vacío muy grande y es muy difícil. Yo siempre digo lo mismo: si Santiago hubiera sido carpintero, capaz que el día a día sería un poco más llevadero porque no sería tan reconocido y la gente no le hubiera demostrado tanto cariño. Obviamente que todas las pérdidas son tremendas pero, por suerte, algo que me llena de orgullo y dolor también, es que no hay día que la gente no se acuerde de él. En mi caso me mandan fotos, banderas, murales, tatuajes, remeras, de todo. La verdad, se me rompe el pecho cada vez que veo algo de eso”.

 

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