Central pudo ganarlo en Avellaneda frente a Racing. Lo arrancó perdiendo y lo empató con gol de Alejo Veliz. El Canalla sigue sin ganar de visitante, pero esta vez dejó una mejor imagen.
En un partido loco, con situaciones de un lado y del otro, el canalla se trajo un empate desde cancha de Racing. Y si bien no pudo romper la pesada racha que arrastra como visitante, al menos desde la actitud mostró algo distinto, porque jugó con errores, pero con intenciones de ganarlo en todo momento. Quizá ello haya llevado al equipo a desordenarse de a ratos. El 1-1 lo mantiene ahí, firme en zona de clasificación a copas internacionales.
A diferencia de otros partidos de visitante, en este Central tuvo un arranque con algo más de compromiso, sin tanto fútbol, pero desde la actitud, por eso el equipo comenzó a acercarse al área de Racing, con un manejo prolijo y con Ignacio Malcorra dueño de la batuta. Al propio Malcorra le cometieron la falta de la que él se hizo cargo para sacar un tiro libre envenenado, que Arias resolvió con exigencia.
Racing intentaba pelota al pie, pero le costaba inquietar a Central, por eso el partido estaba calmo, hasta esa arremetida del ex-Unión Juan Ignacio Nardoni, la duda de Quintana y Coyote Rodríguez y el penal, VAR mediante, que Piovi aprovechó a la perfección.
Fue el momento de mayor desconcierto de un Central nervioso, impreciso y atolondrado (en una misma jugada se equivocaron Mallo y Martínez y todo terminó con un remate de Nardoni desde lejos). Pero el canalla encontró un halo de luz en el partido, tras esa infracción a Infantino llegó el tiro libre de Malcorra, el palo, la respuesta a medias de Arias y la aparición de Veliz, a lo 9. en dos tiempos dominó y sentenció el empate.
Esa justicia que marcaba el resultado no se alteró por la tremenda volada de Broun tras el tiro libre de Piovi y porque Veliz no llegó a empujar el pase rasante de Campaz. Y con eso se fue un primer tiempo en el que Central pareció hacer y querer un poco más que Racing.
Lo del complemento fue un Central que se transformó en un equipo parapetado y apostando a salir a la contra, un equipo más de jugadas que de juego. Igual, en ese ida y vuelta que armaron las dos Academias, a la de Rosario le fueron apareciendo las situaciones más propicias para inclinar la balanza.
El partido era de ida y vuelta, emocionante pero desprolijo, Broun se hizo gigante ante un remate de Hauche (error de Cortez en el cierre), pero enfrente estuvo el cabezazo de Ortiz en el travesaño y ese otro cabezazo de Bianchi que era gol por donde se lo mire, pero terminó en las manos de Arias.
Fue la última, la más claras, de un Central que de a ratos le costó, pero que en Avellaneda puso sobre la mesa otra versión de equipo, más combativo, con algo más de ganas y siempre predispuesto para ganarlo. Es cierto, no pudo romper la racha fuera del Gigante, pero fue un punto que empuja.