Del otro lado, Instituto demostró por qué está peleando los puestos de arriba. Fue un equipo intenso, ordenado y peligroso. Decidido a esperar y contragolpear, le cedió la posesión y el protagonismo al equipo visitante, que lo obligó a tomar decisiones difíciles y lo llevó al terreno que quería jugar.
Eso a Boca le generó muchísimas dudas. Las salidas desde el fondo por abajo no encontraban pase entre líneas, como bien declaró Martínez en conferencia: «Sabíamos que iba a costarnos hilvanar esa fineza para recibir entre líneas y transformar las buenas circulaciones en aproximaciones más peligrosas».
Así es como el equipo visitante fue dominante desde la posesión a lo largo del partido, pero la Gloria fue la más peligrosa. La poca posesión que tenía, lograba capitalizarla en llegadas claras y chances de gol.
Sobre el final se fue cayendo, y fue Boca el equipo que nunca dejó de atacar. El empate fue un resultado justo para ambos.