Sebastián Dubarbier viste una bermuda y una remera gris de Nirvana, un icónico grupo de rock estadounidense ya disuelto. Luce una melena rubia que le cuelga por debajo de los hombros y pese a que dejó el fútbol durante la pandemia de coronavirus, todavía mantiene la misma forma física que mostró en Banfield, su último club.
A sus 38 años recién cumplidos (nació un 19 de febrero), Seba Dubar, como lo conocen en el mundo de la música, dejó atrás sus corridas por la banda izquierda, los partidos en los que enfrentó al Barcelona de Lionel Messi o al Real Madrid de Cristiano Ronaldo cuando jugaba en Almería de España y comenzó su carrera como rockero al mismo tiempo que trabaja en otros proyectos familiares como una cervecería en La Plata. También quedaron atrás sus títulos con Cluj de Rumania, club con el que jugó la Champions y la Europa League.
A diferencia de muchos, Dubarbier de chico no soñaba con ser futbolista. De hecho, su carrera arrancó en Gimnasia cuando tenía 16. Antes de llegar al Lobo jugaba en el Círculo Cultural Tolosano, de la localidad de Tolosa, perteneciente al partido de La Plata, y si bien se destacaba por sus condiciones, no tenía apego por el entrenamiento y la disciplina.
“Siempre íbamos a jugar y hacía dos o tres goles, sacaba diferencia. Cuando fui a probarme a Gimnasia era grande, mis amigos que jugaban ahí ni se pensaron que iba a quedar porque los fines de semana estaba en el boliche. Jugaba en el barrio y el club, pero ni entrenaba, iba los sábados a los partidos. El primer año en Gimnasia faltaba a entrenar, hacía cualquier cosa, pero ya en la Quinta División me fui dando cuenta de la realidad de todos los chicos que se van desde los 14 o 15 a probarse, dejan su familia, sus amigos y me cayó la ficha. A partir de ahí cambié y me puse con todo. Veía que tenía condiciones para llegar. En Cuarta me subieron directo a Reserva y luego a Primera”, confiesa.
El resto de la carrera se resume en pasos por Olimpo, Cluj -donde más se destacó-, Lorient de Francia, Tenerife, Córdoba, Almería, Estudiantes de La Plata, Deportivo La Coruña y Banfield. Pero Dubar sabía desde un principio que el fútbol lo eligió a él y él, en cambio, eligió la música. Por eso a sus 21 años, cuando arribó a Bahía Blanca, se compró una guitarra que fue el inicio de lo que vendría después del retiro.
“Yo ya quería tener una viola y mi viejo me decía: ‘La vas a tocar y la vas a dejar’. En esa época hacía de todo, era difícil que me quedara sentado, era hiperquinético. Entonces jugaba todo el tiempo al fútbol y a esa edad, que ya no iba al colegio, tenía mucho tiempo libre, entonces me dediqué cien por ciento al fútbol y en el tiempo libre a tocar la guitarra y empezar a componer también. Fue un cable a tierra”, revela quien es el autor de las letras de sus canciones y reconoce que su primer referente fue Fito Páez, después de que a los seis años un vecino le hiciera escuchar El amor después del amor, uno de los álbumes más exitosos del rosarino.