Los elementos sustraídos son cables, reflectores, pelotas, una bomba de agua… Todo tiene un gran costo y un valor inestimable para estas entidades, que sobreviven por el ingenio y el esfuerzo de unos pocos dirigentes que ponen el pecho.

Los ladrones perjudicaron a centenares de chicos -en su mayoría de escasos recursos- que se acercan a los clubes para hacer deportes.

En pocos días, delincuentes pegaron fuertes golpes bajos en humildes clubes de barrio de las ciudades de Santa Fe y Santo Tomé. Los perjuicios no son millonarios, pero son invaluables para las precarias economías de instituciones carentes de recursos. Estas entidades deportivas se sostienen por un puñado de vecinos que dejan el alma para brindar contención a centenares de chicos y chicas que se forman allí como deportistas y como personas. Los dirigentes coinciden al señalar que el impacto es demoledor, pero no bajarán los brazos.

El raid comenzó el fin de semana, cuando ladrones irrumpieron en las instalaciones del Club Deportivo Aguas (ex Agua y Energía), ubicado en calle 4 de Enero al 7600 de la capital provincial, en barrio Transporte. «Entraron por calle Urquiza. Rompieron el alambrado y se llevaron un tramo. Además, sacaron como 300 metros de cable y los reflectores que pudieron quitar», enumeró Alejandro Forni, el presidente de la institución.

«Nos mataron, porque son cosas que a nosotros nos cuestan un montón. Todavía estamos analizando cómo seguimos, porque tenemos aproximadamente 300 chicos y esta semana íbamos a comenzar a entrenar en el predio, que es alquilado, pero lo cuidamos como si fuera nuestro. Ahora, sin luces, es imposible usarlo de noche y de día, por las altas temperaturas, tampoco podemos convocar a los deportistas», se lamentó.

«Seguiremos un poco más entrenando en la plaza -agregó- hasta que podamos arreglar la iluminación. Estamos pidiendo presupuestos, pero cada reflector cuesta cerca de 400 mil pesos y los cables arriba de un millón. El tema que nos preocupa también es qué va a pasar cuando repongamos las cosas robadas. No sabemos si al día siguiente van a volver a desaparecer. Estamos analizando de poner cámaras, alarmas. Todo es plata y al club no entra mucho dinero. Tenemos pocos socios. La mayoría no puede pagar la cuota, que es muy baja».

Forni enfatizó que dirigir al club «fue siempre una lucha, pero este tipo de hechos nos mata las ganas de seguir. Nos va a costar mucho reponernos, pero lo vamos a hacer por los chicos. Hoy tenemos entre 25 y 30 por categoría. Y a todo lo hacemos prácticamente solos, porque no recibimos ningún tipo de ayuda. Necesitamos acompañamiento del Estado, también de la policía, porque de noche esto es tierra de nadie».

Los Piratitas

Otro robo ocurrió en barrio Villa Adelina de la ciudad de Santo Tomé, en horas de la siesta de este lunes. Allí, desde hace casi 15 años funciona un pequeño club que se hizo conocido poco tiempo atrás, cuando comenzó a participar de la Liga Santafesina de Fútbol. Se llama Los Piratitas y es presidido por Alejandro Ojeda.

«Nuestra institución hace un trabajo diferente, de contención social, que va anexado a lo deportivo. Es un club muy chico que le brinda un lugar a chicos carentes de recursos, de muchas cosas. Hace siete años que estoy al frente y en ese tiempo sufrimos 8 robos, que incluyeron destrozos. En una oportunidad, delincuentes tiraron al piso toda la leche y azúcar que teníamos porque también funciona en el lugar un merendero», contó.

«Ayer (por el lunes) se llevaron indumentaria de la quinta división, pelotas, infladores. También se apropiaron de un bolso con herramientas que teníamos para trabajar. Las cosas estaban en el sector del bufete. Hicieron explotar los candados y así pudieron entrar. Y vamos viendo, porque a medida que pasan las horas nos damos cuenta de alguna otra cosa que desapareció.

«Somos varios lo que venimos todas las tardes a poner el hombro. Acá se hace todo a pulmón. Unas diez personas hacemos de dirigentes, cancheros, técnicos, tiramos el alambre, armamos planillas, todo», puntualizó Ojeda.

«Es un golpe muy duro el que recibimos -murmuró-. No toman dimensión del daño que causan. Honestamente, tenemos ganas de decir hasta acá llegamos, pero vamos a sacar fuerzas de algún lado para seguir. Acá hay 300 chicas y chicos que dependen de nuestro esfuerzo».

La comunidad de Los Piratitas está viendo cómo seguir adelante. «Se llevaron cosas que a nosotros nos cuesta un montón. El nuestro no es un club potentado. La cuota es accesible, pero casi nadie está en condiciones de pagarla. Cada pelota es un tesoro y se llevaron varias. Vamos a improvisar y de alguna forma saldremos adelante. Falta casi nada para empezar la competencia y no podemos parar», concluyó.

El Pozo

Otro de los tristes episodios tuvo lugar en las instalaciones del Club El Pozo, en el barrio santafesino del mismo nombre ubicado a la vera de la ruta nacional 168.

«Nosotros habíamos sufrido en diciembre un intento de robo que nos generó un gran perjuicio. Cortaron un montón de cables, pero salieron corriendo cuando sonó la alarma. Dejaron tirado el cuchillo. Fue en la parte de las oficinas y vestuarios. Esos cables cortados, hicieron chispas, cortocircuito. Se recalentaron las cajas. Provocaron un desastre. Gastamos un montón de plata en arreglar la instalación eléctrica y cuando finalmente pudimos terminar la reparación -el sábado- se llevaron la bomba, que era muy costosa, trifásica, de 2,5 HP», contó Juan Manuel Callone, el presidente de la entidad.

«La usábamos para todo, pero especialmente para regar. Queríamos dar un salto de calidad con la cancha. Nuestra filosofía de formación es ‘con la pelota al ras del suelo’ y la cancha no estaba acorde, así que queríamos mejorar. No pudimos regar en enero por los cables cortados y ahora tampoco porque robaron la bomba», gruñó. El Club de El Pozo había tomado la decisión de mejorar su cancha, pero por delincuentes no puede regar el suelo desde fines del año pasado.

«Acá se perjudicaron unas 400 personas, entre menores y mayores de edad. Todas las categorías masculinas y femeninas. La bomba tiene un costo cercano al millón de pesos. Es mucha plata para nosotros. Creemos que el ladrón es alguien que nos vio trabajar allí el fin de semana, porque es mucha coincidencia. Terminamos de probarla y ponerla a punto y a la noche siguiente se la llevaron.

«Son palos en la rueda que le están poniendo a todas las instituciones, hacen los mismos destrozos en las escuelas, en los otros clubes. El mensaje tiene que ser que, por más que nos angustie, no hay que bajar los brazos. Hay que generar de nuevo los recursos y comprar otra bomba… la vamos a tener que resguardar más, no sé, construir un fuerte. Porque esto se hace para los chicos. Todo esto sólo perjudica a las infancias.

Con info de El Litoral

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