Su pelea más importante la perdió con Marvin Hagler. Fue uno de los pupilos de Amílcar Brusa, era guapo y Brusa los hacía incluir en la cartelera de la velada en la que peleaba Monzón, tanto a Rufino como a Daniel González.
Fue sparring de Carlos Monzón, pupilo de Amílcar Brusa y participaba en las veladas en las que peleaba Monzón, siendo uno de los boxeadores que integraba la cartelera. Lamentablemente, la noticia de la muerte de Norberto Rufino Cabrera cubre de tristeza al boxeo santafesino. No llegó a campeón del mundo, apenas si consiguió un título aficionado de la mano de Amílcar Brusa, pero fue un hombre que se perfiló en su momento para llegar muy alto y, desde ya, fue el sparring que más tiempo tuvo enfrente el mejor boxeador que ha dado este deporte, en la Argentina, en todos los tiempos.
Murió Norberto Rufino Cabrera y es bueno recordarlo como lo hizo en su momento nuestro colega y amigo: Sergio Ferrer.
“Ciertamente, el combate entre Hagler y Cabrera tuvo sus particularidades, en especial porque fue uno de los preliminares de la pelea titular del peso mediano entre el mendocino Hugo Pastor Corro y el ítalo-americano Vito Antuofermo. Marvin estaba a un paso de ser declarado retador obligatorio de quien resultara vencedor. Rufino, que desde 1976 ansiaba tener una oportunidad mundialista (tras noquear al cubano Alí Pérez había quedado cuarto en el ranking CMB), confiaba en que su oportunidad se daría finalmente contra uno de los nombrados. Con Corro había peleado dos veces en Argentina con saldo 1 a 1 (derrota con fallo localista en Tunuyán Mendoza- y triunfo claro en el Luna Park), mientras que a Antuofermo lo consideraba un “maleta” (lo conocía por haber guanteado con él).
El problema para Cabrera era pasar a Hagler. De físico exuberante, tallado en músculos con su despoblada y perfecta cabeza de Dios de ébano-, el llamado “Maravilloso Señor Hagler” era un púgil en franco ascenso. Demoledor y pensante, era dueño de condiciones técnicas notables. Originalmente zurdo, a medida que fue adquiriendo experiencia se convirtió en un ambidiestro consumado. Sucesor de Monzón en términos reales, no cronológicos, fue una verdadera máquina de entrenar y pelear. Completó un palmarés de 62 triunfos, 3 derrotas y 2 empates (52 KO) en 67 salidas al ruedo y habiendo confrontado, entre otros, con Bennie Briscoe, el propio Antuofermo, el inglés Alan Minter, Roberto “Manos de Piedra” Durán, Thomas Hearns, John “La Bestia” Mugabi y Ray “Sugar” Leonard.
Cabrera era duro, tozudo y aguantador. Según el registro que obra en nuestro poder, en su campaña redondeó 45 combates, con récord final de 26-13-6 (14 KO). No lucía ni dejaba lucir, pero era persistente. Le costaba horrores entrar en categoría, engordaba con facilidad. Sus guanteos con Monzón eran para alquilar balcones. Duro, áspero, “mal llevado”, con Carlos a veces se “trenzaban” tanto que Amílcar debía pararlos. Es que Cabrera fue un peleador temperamental, de innegable oficio, muy “bicho”. Mucho se habló de una secuencia de su pleito con Hagler, donde este último salió quejándose de haber recibido un pulgarazo en el ojo. Tiempo después, Rufino recordó el hecho de esta manera: ‘Reconozco haberle refregado el guante en la cara para intentar sacar una ventaja; está mal hacerlo, lo sé, pero no le puse todo el pulgar en el ojo como se ha dicho; además también le metí un par de manos de las buenas, me lo dijo él mismo cuando nos cruzamos en los vestuarios’.
No obstante la aclaración anterior, bien cabe acotar que en 1984, cuando Hagler venció a Juan Domingo “Martillo” Roldán en Las Vegas, hubo quienes reflotaron la anécdota, ya que al principio del combate, el cordobés -que perdió en el décimo round- dio señales de haber recibido un pulgarazo que le cegó la visión de un ojo y le abrió una herida que se fue profundizando con el correr del match. Alguna vez, en rueda de amigos, alguien le señaló a Cabrera: ‘Hagler aprendió lo del pulgar en el ojo cuando peleó con vos’. Rufino, fiel a su estilo y eternamente polémico, contestó: ‘A Roldán no le entró un dedo en el ojo, le entraron cinco’.
En el choque con el “maravilloso” lo atendió Rocco Agostino, quien tiró la toalla en el octavo asalto. ‘Creo que Agostino se apresuró, seguramente temeroso que le pasara conmigo lo mismo que 45 días antes con Angelo Giacopucci, que murió después de perder antes del límite con Minter’, rememora siempre Cabrera. ‘A mí Hagler me superó claramente, no puedo decir otra cosa, pero al momento en que pararon la pelea, yo no estaba sentido’, concluyó este hombre que nos dejó este sábado, justamente el día en el que se “fajaba” arriba del ring para ganarle a sus rivales y ganarse la vida.
Fuente ElLitoral.com