«Creo que el hecho de creer en mí y ganar ese partido me dio cada vez más confianza, y me hizo saber que puedo jugar grandes partidos», le había dicho a Olé hace poco más de una semana antes de debutar en el Argentina Open. Y otra vez evidenció que está preparado para las grandes ligas del circuito.

Con todo en contra, planteó un duelo perfecto. A pesar de haber perdido el set inicial, castigó con su derecha, le jugó el duelo físico a un alemán disminuido y lo volvió loco con el slice paralelo. Claro, sabía que en el golpe por golpe de revés cruzado iba a perder, pero con el cortado sacó la gran ventaja de la noche en el Jockey Club de Leblón.

Ahora bien, lo más sorprendente fue en cómo nunca bajó los brazos. El fanático de Aldosivi vio que había una puerta abierta y salió para adelante con la fuerza de un tiburón. Tanto es así que remontó el marcador en el set decisivo: pasó del 2-4 abajo al 6-4 arriba. Y lo impresionante fue la convicción con la que lo logró. Para graficarlo, en el noveno game, Come había tenido una derecha paralela para quebrar. Sin embargo, la tiró afuera por un metro. Mientras algunos hubiesen tirado la toalla, él se mantuvo firme, ganó un puntazo (tal vez el mejor de la gira en polvo de ladrillo) y terminó consiguiendo la ventaja. Y al momento de cerrarlo, lo más difícil del tenis según explican los propios protagonistas, clavó un ace, un drive ganador y un smash en retroceso. ¡No necesitó ni de un error de su adversario!

Con este triunfo, Comesaña subirá -como mínimo- al puesto 67 del ranking y el sábado, por las semifinales, se medirá con el ganador del duelo entre Francisco Cerúndolo y el francés Alexandre Muller, que cerraba la actividad del viernes.