Leandro Atilio Romagnoli dejó su cargo como entrenador de San Lorenzo, una crónica de una muerte anunciada que es solo más leña al fuego de un Ciclón que no logra levantar cabeza y se encuentra peligrosamente cerca de la zona de descenso de la Liga Profesional 2024.

El doloroso empate ante Godoy Cruz con el penal desperdiciado por Francisco Fydriszewski y el ambiente de jolgorio que había en el avión de regreso a Buenos Aires fueron las gotas que colmaron el vaso del hombre más ganador en la historia de los Gauchos de Boedo, al ser una víctima más del microclima que acecha a la institución; con graves problemas económicos y rispidez entre jugadores con la Comisión Directiva como también entre miembros de la CD.

Cada fin de semana se encontraba en tela de juicio. El ganar solo estiraba una semana más su ciclo mientras que cada igualdad o derrota ponían en duda su continuidad. Una incertidumbre agonizante que le hizo tomar la decisión de dar un paso al costado.

Técnicamente, esta es la segunda vez que Romagnoli presenta su renuncia. Ya había dejado su cargo a disposición tras la caída con Atlético Tucumán en agosto, donde Marcelo Moretti junto a Néstor Ortigoza le convencieron de seguir al frente del primer equipo.

Los números son claros: San Lorenzo marcha 24° en la Liga Profesional con apenas 18 puntos, producto de cuatro victorias, seis empates y siete derrotas (todos bajo el mando del Pipi). En la anual está en la misma colocación con 34 unidades, a solo ocho de Tigre que marcha último y hoy estaría descendiendo. Abajo, Sarmiento, Independiente Rivadavia y Central Córdoba.

Pese a que tuvo algunos buenos rendimientos, como sucedió por Copa Libertadores, partidos como el de Instituto o lo que sucedió ante el Tomba en Mendoza también terminaron de colmar la paciencia del hincha para con el ídolo de la institución.

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