Luto en el fútbol francés y mundial. Just Fontaine (Marrakech, 1933) ha muerto a los 89 años de edad. Leyenda de ‘Les Bleus’ y del Stade de Reims (1956-62), con el que ganó tres Ligas, una Copa, un Trofeo de Campeones y fue subcampeón de la Copa de Europa de 1959 perdiendo(2-0) la final ante el Real Madrid de Gento, Di Stefano, Kopa… el atacante tiene el récord de goles en un Mundial.
En la edición de Suecia 1958, en la que Francia alcanzó el tercer puesto, Fontaine anotó 13 goles. Cerró su trayectoria en la selección con 30 tantos en 21 encuentros. En su carrera entre USM Casablanca, Niza y Reims, Fontaine celebró 258 dianas en 284 encuentros.
Un goleador brillante, que fundó el Sindicato de Futbolistas franceses con Kopa, que en 2014 recibió una Bota de Oro honorífica en Brasil. «Estoy muy orgulloso de recibir este premio único. Es bueno porque yo también soy único. Y los muchachos a mi lado que me lo dan son únicos», confesó Fontaine, que recibió el galardón de Platini y Ronaldo Nazario. Descanse en paz.
Han pasado casi 65 años y el nombre de Just Fontaine sigue apareciendo cada vez que se celebra un Mundial. No en vano, se trata del récord con mayor permanencia en la historia del deporte. El mítico delantero francés, nacido en Marrakech, pasó a la historia en 1958 tras anotar trece goles en seis partidos en el Mundial de 1958. A día de hoy, el récord del que fuera jugador del Niza o el Stade Reims permanece intacto, y eso hace que la leyenda del delantero recién fallecido sea cada año más grande.
La estadística permanece ahí, inalterable con el paso del tiempo, valiosa e inédita, intocable para todas las grandes figuras que han pasado por la historia de los Mundiales. Sin embargo, pocos conocen más allá del dato, de la heroica cifra. Y es que muchas fueron las circunstancias que se aunaron para llevar a Fontaine a tocar el cielo con las manos en aquella cita mundialista. Francia fue la primera en llegar a tierras suecas, entre otras cosas, porque muchos pensaban que también serían los primeros en irse. No fue así. Fontaine, por aquel entonces, no entraba en el once ideal de Batteux, seleccionador de los ‘bleus’, a pesar de llegar con una carta de presentación inmejorable: 34 goles con el Stade de Reims, pichichi de la Ligue 1 y Bota de Oro europea.
Y aquí se dio el primer factor para alcanzar la gesta. La suerte o como quieran llamarle se alió con Fontaine, y la lesión del delantero titular, Raymond Blair, la abrió las puertas de la titularidad. De ahí, a la gloria. Lo que casi nadie sabía por entonces es que las botas con las que Fontaine perforaba las porterías rivales no eran suyas. En aquella época, cada jugador tenía dos pares de botas, y el bueno de Fontaine llegó a Suecia justito de material. Stéphane Bruey, compañero en el combinado nacional, tuvo que prestarles unas. Y Fontaine se las devolvió, seis partidos después y con trece goles más.